Nunca fui un gran estudiante. Ahora reconozco que simplemente nunca me interesó la parte académica.
Aunque siempre he sido un
gustoso del aprendizaje, la mayor parte de mi vida lo he hecho de
manera independiente, por métodos alternativos o diferentes y en muchos
casos de manera complicada por mi resistencia a las tradicionales
escuelas.
Si me preguntasen que es
lo primero que viene a mi mente cuando me preguntan sobre mi experiencia
durante aquellos años de educación formal, tendré que reconocer (ya sin
vergüenza alguna), que lo único que nunca va a venir a mi mente es la
parte formal de esos años de educación.
Recuerdo que siempre fui
señalado por no querer hacer las cosas de la manera que se me pedían, me
aburría tremendamente en clases, me señalaron como niño problema desde
finales de la primaria y hasta que acabé la carrera, misma que se
convirtió en una carrera de resistencia, en su mayor parte a la terminé a
la fuerza por una promesa que hice a una muy querida persona.
Tengo muchos y muy buenos
recuerdos de mis amigos a lo largo de los diferentes periodos
académicos. De todas esas memorias, además de la parte de la diversión,
hay otra constante: Aunque siempre utilicé de pretexto que mis amigos
eran peores que yo, ahora reconozco que ellos mismos me presionaban y
recomendaban hacer las cosas mejor y mas ad hoc con lo establecido por
la academia, todo esto con el único objetivo de hacerme la vida más
fácil y hacer la vida más fácil a mis padres, maestros e inclusive a
ellos mismos. Nunca les hice caso... Ni a los primeros, ni a los
segundos y mucho menos a los terceros. ¿Que podrían todos ellos saber de
la vida?... Ahora me causa gracia mi necedad.
A pesar de todo lo
anterior, confieso que siempre me gustó ir a la escuela. Nunca tuve la
necesidad de escaparme de la misma o de organizar una salida o pinta.
¿La razón? Es simple en
verdad. La escuela era un ambiente controlado y sencillo, en donde yo
podía hacer lo que me diera la gana sin mayores consecuencias. No había
peligros, no había problemas, era una pequeña maqueta del mundo real, en
donde todos los problemas eran solucionables de forma rápida.
Mientras estuvieses
dentro de una escuela, no había problemas, y si los había, ahí estaban
tus amigos listos para ayudarte y en muchos casos hasta los mismos
maestros(as).
Las soluciones requerían
ciertas habilidades y mucho poder de convencimiento y en algunas
circunstancias era necesario un esfuerzo “infrahumano” de un par de días
para realizar una labor maratónica, cuasi-titánica, y así poder
entregar algún proyecto final o preparar un examen que hiciera sonreír a
el/la maestro(a) que tanto aparentaba odiarte pero que muy en el
interior tenía mucha simpatía por ese individuo que se presentaba de
frente, desesperado y desesperante, distraído y con una historia
extraordinaria para poder explicar cada situación.
En ese momento supe y
ahora lo confirmo que siempre abusé de la amabilidad y buena voluntad de
mis maestros(as). De la misma manera también puedo afirmar que a la
mayoría de ellos, si los volviese a ver hoy, los vería con mucho gusto y
creo que ellos a mi también. Por alguna razón, mis maestros siempre me
ayudaron, me apoyaron y me aguantaron todo lo que se me pudo ocurrir.
Uno de mis pretextos favoritos y que me ayudaron a extender mi vida universitaria por espacio de 14 semestres fue:
Con un muy cínico tono y
un volumen alto: "¿¿¿QUE???, ¿¿¿CUAL PRISA???, A MI, MI PADRE ME DIJO
QUE ESTA IBA A SER LA MEJOR EPOCA DE MI VIDA Y ¡¡¡NO TENGO PRISA DE QUE
SE ACABE!!!
Ahora lo recuerdo mi me
causa mucha gracia, aunque estoy seguro que a mis padres y algunos
maestros no les causaría tanta. A fin de cuentas, no salí tan mal como
todos creían (inclusive yo).
En fin... Una de las
cosas más interesantes que aprendí en la escuela, desde muy niño, y
precisamente por que hice todo al revés, fue que:
1.- Sí está en manos de uno hacer algo por el mundo,
2.- sí es posible forjar el destino y
3.- lo que uno haga con
su vida depende en la mayor parte de las decisiones y acciones que uno
mismo tome. Muchos van a ayudar pero nadie lo va a hacer por uno.
Le etapa universitaria es
una etapa muy interesante. Es un momento clave en el desarrollo de
cualquier persona adulta. Durante la carrera universitaria uno define
muchas cosas de su vida y aunque parece que es una etapa en donde nada
es importante y todo fluye de manera simple, realmente uno toma
decisiones que van definiendo intereses, actitudes, decisiones futuras,
seguridades e inseguridades, y en muchos casos, se construyen opiniones
que mandarán por muchos años la vida de cada individuo.
Hace un par de semanas estaba yo de vacaciones fuera
del país cuando me enteré que el candidato a la Presidencia de la
República Mexicana por el PRI tuvo un mal día en la Universidad
Iberoamericana. Confieso que sonreí.
En ese momento me
encontraba yo, después de unos 3 años de no vernos, con uno de mis
grandes amigos de la época universitaria y de la vida, en su casa, a
varios miles de km de la "Ibero".
Inmediatamente sonreí por
que recordé todos aquellos momentos tan divertidos, tan formadores, tan
excesivos, tan exagerados, tan emocionales, tan complejos y a la vez
tan simples. Recordé quien era yo en ese momento y como, a pesar de que
en esa época estaba (según yo) totalmente seguro de quien era y que
quería, ahora veo que no tenía idea de nada y me doy cuenta lo
confundido que estaba. No obstante había una cantidad muy grande de
pasión y energía en toda esa confusión. Creía en muchas cosas.
Más sonreí por que me dio mucho gusto saber que fue en mi universidad,en aquel lugar en donde tengo tantos recuerdos, donde este grupo de estudiantes decidió cuestionar y desaprobar ciertos actos políticos de dicho candidato.
También me molesté cuando leí que se trató de desacreditar la opinión de dichos estudiantes.
Confieso que una de las
razones por las cuales sonreí fue por que no simpatizo nada con dicho
político, menos con su plataforma, pero honestamente, lo que realmente
me dio gusto es que recordé que a esa edad, uno está lleno de
información sin procesar a la que muchas veces no sabe ni como utilizar y
reaccionar. También recordé que a esa edad, se está dispuesto a hacer
todo aquello por lo que uno cree, sin importar ninguna consecuencia. Es
un nivel de energía tremendo. Una pasión casi ilimitada y como es obvio
por la corta edad, un entendimiento de las cosas con información
procesada más por el estómago que por el cerebro.
En esta esta entrada no
pretendo tomar ninguna dirección política, eso ya lo hice en la entrada
anterior y probablemente lo haga en alguna subsecuente.
No es importante si estoy
de acuerdo con la opinión de los estudiantes, y sin juzgar las formas
en las que se dieron ciertas manifestaciones de los estudiantes (unas
semanas antes, otro candidato con quien tampoco simpatizo, fue vitoreado
como héroe nacional en mi misma universidad).
Lo que si es importante
es que celebro completamente que esos jóvenes que en algunos años van a
empezar a tomar las decisiones que den rumbo a este país, tengan esa
chispa y esa pasión para castigar lo que creen que está mal y para
celebrar e impulsar lo que creen que está bien. Ya tendrán tiempo para
perfeccionar la manera en que hacen sus juicios. Espero que para
entonces sigan teniendo ese mismo nivel de pasión y energía.
Posteriormente a lo que
sucedió ese día en la Ibero, se han creado varios movimientos
supuestamente apartidistas y en algunos casos apolíticos. Yo no convivo
con casi ninguno de ellos. Creo que ya se contaminaron de muchos
intereses de instituciones más grandes. y siempre he pensado que cuando
algo se institucionaliza ya perdió su alma, su motivo y su verdadero
significado. Ejemplos podría dar miles pero los dejaré también para otra
entrada.
A pesar de que esos
movimientos que nacieron de lo que sucedió ese día se han
institucionalizado, sigo sonriendo por que veo muchos estudiantes que
están peleando por lo que creen. En este mundo ya son pocos los que
luchan, pelean, construyen o hacen algo por que creen en algo.
Haciendo una comparación,
he llegado a pensar que a los que nos llaman "adultos contemporáneos"
nos hace falta recordar un poco sobre lo que era vivir con toda esa
pasión y energía. Nos hace falta recordar lo que es creer en algo más
grande que uno mismo. Hemos ido perdiendo la capacidad de creer en algo y
eso me entristece de manera muy profunda. El mundo está en nuestras
manos y somos los responsables de lo que pase en el, no obstante no
creemos en nada o creemos en muy poco.
Sea lo que sea que esa
creencia fuere, me espanta que muchos de nosotros hemos dejado de creer.
Esa falta de pasión en algo en lo que uno cree sólo ayuda a aquellos
que sí creen que el mundo les pertenece y que pueden hacer lo que sea
con el, a pasar de todos los demás que vivimos en el. Escuché en algún
lado que somos más los buenos.
Me aterroriza que solos nos hemos ido convenciendo de creer que no hay nada que hacer, que nos hemos convencido de creer que ya todo está perdido y nos hemos convencido de creer que es imposible y que ya no hay nada que ganar.
Buena lección nos han
dado esos y muchos otros estudiantes del mundo. Han sido los estudiantes
los que han demostrado que no importa lo que pase, hay que creer y hay
que creer con ganas!
Yo creo que el mundo es
aquel que uno quiere y yo sigo creyendo que el mundo debe y puede ser un
lugar mucho mejor. Sigo creyendo y creo en que somos muchos los que
creemos en el ser humano y en lo que podemos hacer.
Al igual que cuando uno
tenía 20 años, el principio de creer es el generador y el motor de una
energía y una pasión muy poderosos para generar cambios, para hacer las
cosas bien hechas y corregir las que no están bien hechas.
Yo creo que si se puede!
¿Alguien me cree?
Buena noche,